De partida, yo ya comenzaba a no entender nada de lo que hablaban en inglés, nuevamente. Inmediatamente luego que el señor de la aduana me indicara amablemente la parte que decía que teníamos 90 días para estar – y yo la firmara- , firmar , sí, el sello aduanero, en el pasaporte, fue entonces cuando Tomás se dio cuenta que debía convertirse en el traductor oficial de este viaje, ya por motivos de seguridad.
Algo pasa que no entiendo
ni coco cuando las personas de no habla inglesa, hablan inglés. Me hablan de
corrido como si nos estuviésemos entendiendo increíble, y yo les digo, ah? Ah? Igualita
a “la Chica por Comunicativa” de Redolés. Y entonces voy y digo cuánto es, y me
dicen TERTI TU EN TERTI FAI. Y entonces cuando la señora está ofuscada de tanto
repetirme, aparece el superhéroe, que si tengo suerte, además paga los 35.
Muy, MUY, hambrientos y expectantes de por fin poder conocer la comida tailandesa callejera, nos dirigimos con toda nuestra voracidad y estomago vacio al terminal de Satun, para encontrarnos con la terrible sorpresa que era un terminal mas chico que el de San Felipe, con absolutamente todo escrito en tai, puros Tais, y un cuasi kiosko provisto de los mas guacatela snacks tailandeses, a saber: chips de pulpo fermentado, sufle con sabor a pescado, sufle con sabor a chorito. Y ah, pilas, y pañuelos. Nami.
La aventura no se incremento: 2 horas esperando el bus mientras los choferes de los otros buses se bañaban al lado de ellos, lavaban los dientes y sus tai-partes y paseaban en toalla, como quien vive ahi, para a las tres horas llegar al terminal de Trang, donde encontramos una van que nos llevo al pueblo para tomar OTRO auto que si se supone llegaría a nuestro ansiado destino.
Entre auto y auto, nos dejaron una hora para esperar (y almorzar) y fue por fin cuando pudimos dirigirnos a comer nuestra primera comida tai (y la primera del día), pero no alcance a meterme el tenedor a la boca cuando fui personalmente abordada gracias al babysitter-magneto, por tres niños canadienses, de 8. 6 y 4. Tomas pudo comer en la primera media hora de conversacion, mientras se pegaban a codazo limpio para tener la palabra y contarme sus aventuras en la jungla y con los animales mortales que habían visto: viajaban con sus padres y tres hermanos, 1 mas grande y 2 aun mas chicos. Si. 6. Razón suficiente para que los padres no se dieran por aludidos que sus hijos estaban instalados en la mesa del lado por 40 minutos, claro esta. Eran tan graciosos que antes de irse les tome una foto, no sin antes haberme repetido y deletreado numerosas veces sus nombres "para cuando la imprima y la ponga en mi pieza y lo quiera escribir atrás", aconsejaron: Anastasia (Con una S, como la princesa), Jessie (NO como la niña de Toy Story!), y Cookie (como... cookie). Inolvidables.
Pero entonces nos íbamos a Koh Lanta, y esta vez era de verdad. Llegaríamos de noche en medio de las luces y el jolgorio, por fin, nuestra primera noche en Tailandia!
Datos útiles:
*El viaje en total, independiente, nos salio 23 US a cada uno, aprox, incluyendo todos los miles de transportes.
*Salimos alrededor de las 9.30 y llegamos 19.30
*En Malasia se puede comprar tickets directamente en la boletería de barcos, y en Tailandia casi todos los viajes son solo vía agencias.
*Luego de un tiempo, los sufle de pescado comienzan a parecer ricos.
Anastasia, Jessie & Cookie |
Seis niños mochileros y sus padres |
Nos escribieron el nombre del hotel por si el chofer no hablaba ni leia algo más que tai. |
Me encantó!! Ya ven chicos, se puede mochilear con niños...
ResponderEliminarJajajaja, La Tía Lulú, desde jovencita pensando en ser Tía!!!!!!!!!!!!
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