Luego
de un largo viaje por carreteras y mares, en buses, micros y barcos de diversa
calidad y precio, llegamos a la primera isla de todas las que visitaremos…
Langkawi.
Este
destino fue uno de los más estudiados en nuestra sesuda planificación en
Australia y fue elegida para ser testigo de dos eventos marcadamente
importantes en el acontecer mundial: El Año Nuevo
2013, señal contundente de que el mundo no se acabó; y el Año Nuestro, el segundo aniversario de esta
pareja de enamorados aventureros autodenominados como Malditos Hedonistas.
Llegando
a la isla conocimos a nuestra anfitriona (contactada por www.airbnb.com) quien, muy
atenta, sostenía un cartelito que decía “Welcome,
Macarena!”.
La
anfitriona era Noorijah (Noori), la dueña de nuestro refugio tropical, guía
turística, anfitriona y posteriormente una de las nuevas mejores amigas de Maca
(A mi, desde el principio… no me pescó ni en bajada, cosas de la religión
musulmana, pero todo en plan muy cordial).
no iba a ser aprovechada a alto nivel sin
movilización (la isla es grande y estábamos a 15min de algún pueblo). Nuestra
cabañita, una joyita en medio de la selva con vista al mar y a las palmeras,
rodeada de jardines y ardillas que intruseaban en las mañanas entre los árboles
frutales, aire acondicionado funcionando impeque y una tele con la transmisión del equivalente Malayo al festival de la Sandía de Paine y la versión, también local de Marimar, con Thalía Thailandesa incluida, estaba aislada, así que aprovechando que mi negra anda con más aires
de aventurera que nunca y que los precios malayos andan bastante bien (siempre pensando que venimos desde Australia, el más caro de los países caros),
arrendamos una moto fiel y aperrada como nosotros, una sabia elección que
aportó transporte muy económico (la bencina en Malasia está subsidiada por el estado y cuesta aprox. $200 pesos chilenos el litro, chupate esa mandarina), divertido y una carga de adrenalina no menor
(Además de un renovado amor entre las motos y Maca).
Los intrépidos monos que bajan de la selva |
Sin
la scooter, por ejemplo, no habríamos podido tener contacto tan directo con
decenas de monos buenos pa la foto en
carreteras y caminos selváticos, sueño de la Maca desde los tiempos de Candi, la niña de las flores, que ha
podido cumplir hasta el punto de ser amiga personal de algunos de estos
especímenes hasta ahora.
Otro
detalle no menor que estudiamos antes de llegar a la isla: La linda Langkawi es
DutyFree por lo que una botellita de Gin bueno, unas
montoneras de chocolates gringos (difíciles de encontrar en el resto de
Malasia) y una caja de Tabacos Drum para el resto del verano nos costaron menos
que un almuerzo en el McDonals de Melbourne.
Nuestros víveres hogareños |
Bueno,
qué decir, Langkawi es un paraisito hedonista, playas y selvas por doquier,
gente (local y afuerina) irremediablemente buena onda y por supuesto, comidas
malayas para todos los gustos y precios sin mermar en calidad, sabor y mano
casera.
En
nuestra travesía de pataches Langkawi fue generosa, aunque seguimos sin
encontrar el desayuno dulce tan esperado por Maca (la gente, siempre buena onda, se rie harto cuando le preguntamos si la señorita puede comerse un Sticky Rice, o arroz con leche, al desayuno), encontramos diferentes picadas y pequeñas
ferias que se ubican en distintos sectores de la isla cada noche (Los Night
Markets, que aparecen destacados en los mapas gratis que regalan en el muelle),
lo que además de ofrecer infinidad de comida (preferentemente frita y hecha al
instante) invitan a recorrer diferentes locaciones no siempre playeras que tal vez de otro modo no
serían punto de interés. En estos mercados los precios de los platos nunca pasan
los 3 o 4 Ringgits (una luca) y son abundantes, es fácil encontrarse con Pollo Satay a la
parrilla, Camarones fritos, brochetas y cosas raras que no sabría decir
específicamente qué eran. Jugos, postres y frutas típicas también decoran los
puestos, además de ropas, artesanías y lentes Rayban de todos los modelos imaginables. Hay una cosa que, sin embargo y al igual que en Australia, nos sigue costando encontrar en todos lados... servilletas.
A falta de servilleta, buenos son los cartones... |
En
la playa de Patang Cenang, la más entretenida de las playas de la isla, donde nos
vimos tomando agua de coco bajo una tormenta descomunal que no molestó en casi
nada nuestra veraniega tarde y donde se pueden encontrar bares para todos los
gustos, desde los pinta resort four
seasons hasta los más hippies reggae bars donde los rastaman están
esperándote con guitarra en mano en plan Redetion
Song. Entre toda esta fauna de personajes encontramos un matrimonio malayo muy
buena onda a orilla de playa con su camioneta, instalados vendiendo la que
según ellos era la mejor sopa de camarón (Se autodenominaba la reina de la sopa
de camarón, nada de cosas) que tenía el precio en relación al tamaño de los
camarones que le ponían a la sopa: Chico, Mediano y Grande… Desde el Mediano
hacia arriba, los camarones difícilmente lograban entrar en el plato. Cumplidora
la autodenominada reina.
Patang Cenang |
En
la noche de año nuevo/aniversario también elegimos Patang Cenang y nuestro plan
fue simple, rico y simbólico… Poco plan y
mucho disfrute.
Encontramos
un restorán un poco más pintoso que de costumbre para un patache de pescados y
jaibas (El boliche se llamaba Islandish)
y luego caminamos a la playa en busca de un lugar para nosotros, ni tan arriba de la pelota
como los gringos lolein, ni tan tatita como para no tener ni un poquito de
música y bailar…
Entre
todo esto, nos encontramos con estos globos/antorcha que se van al cielo
mandando buenas intenciones y nos acordamos de la familia y los amigos, así que
los metimos a todos ahí y se fueron volando con nuestros buenos deseos al
cielo, en nuestro caso el intento fue exitoso, señal de buen augurio para
nosotros, nuestra felicidad, nuestro hedonismo y el de todos los nuestros…
Tengo
que reconocer eso si que, como pocas veces, me puse supersticioso, sobre todo
al ver que varios de los globos no llegaban a elevarse y caían al agua, o se
prendían y se quemaban completos cual versión a escala del Challenger en las
manos de sus dueños quienes, con su cara de bajón y preocupación al ver que sus
deseos se quemaban o hundían en el agua trataban de escabullirse para pasar el bajón. Todo esto más la presión popular del desconcierto y el lamento ante los fracasos me preocupó, pero ahí es donde se ve quién quiere y le pone
color al asunto! Y con la Maca teníamos
demasiado cargado el globito de buenos deseos y buena gente como para que no
subiera al cielo, así que nada, coraje y a volar, mientras hacíamos nuestro
salud y nos alegrábamos en un abrazo de Feliz Año Nuestro y Feliz Año Nuevo…
Nosotros disfrazados de Año Nuevo! |
Cabe
destacar la ida y la vuelta a la cabaña esa noche, la parejita y su moto en
medio de la selva con la oscuridad más absoluta, sólo con la ampolletita
minúscula de la aperradora Scooter… no contábamos con la ausencia de postes de
luz justo donde los arboles crecen más alto y los monos cantan más fuerte, un
trayecto de 25 minutos que ya se quisiera el Universal Studios de Singapur…
Partimos
de Langkawi contentos, nuestra primera parada del 2013, nuestro último lugar en
Malasia, un país con una historia muy interesante y aún muy bonito, con gente muy buena, como Noori, que en
su abrazo emocionado con Maca (no conmigo, aunque sí con una mirada cariñosa) nos
deseaba todo lo mejor y nos invitaba a recordarla, tal como ella nos iba a
recordar... sus primeros huéspedes sudacas que le dieron a su primera amiga
chilena.
Proxima parada, Koh Lanta.
Tailandia
T.
Maca y Noorijah |
Night Market |
Night Market |
Night Market |
Una de las ruidosas pero simpáticas ardillas de la vecindad. |
Si!... es cierto! manejó la moto sola! |
El tour de la fruta, no se aprende nada pero te vas con fotos así... |
Creo que todos estos datos me serán útiles! Sigan poniéndole y disfrutando...ea ea ea!
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