martes, 24 de enero de 2012

Semanas Hediondistas

Han sido semanas en que el hedonismo propiamente tal ha quedado un poco de lado, en espera tal vez de un momento más propicio para su apogeo, para un estar más plácido, no como ahora, en donde se las tendría que arreglar a medias entre comidas apuradas y cuentas bancarias bloqueadas o escuálidas aún.

Los días en esta ciudad tienen bastante eso de seguir cierta rutina y orden habitual, monotonía talvez. Si bien uno podría decir lo mismo de cada lugar del mundo, aquí esos espacios resuenan más fuerte justamente porque son vividos de una manera distinta: es otro lugar, y es otra rutina.

El trabajo para mi comienza a las 5pm y termina cerca de las 11pm. a excepción de los días en que se hacen turnos dobles, ahí el laburo comienza a las 9am y termina también cerca de las 11pm. Consiste fundamentalmente en manejar Camionetas, Scooters y bicicletas eléctricas. Qué vehículo tengo que manejar depende de lo que pida el jefe: camioneta para distancias largas y transporte de cargas (alimentos pre-preparados en la cocina central, carnes aliñadas, implementos, demases), Moto y Bici para la entrega de comidas a domicilio. En los ratos que no hay entrega de comida, los choferes (que somos tres, un checo, una italiana y yo) tenemos que secar la loza que el chico que lava la loza (un africano de un país que aún no puedo encontrar en el mapa pero que según dice queda cerca de Etiopía) nos va dejando en unas cajitas, eternamente, sin parar durante todo el tiempo que el lugar esté funcionando. Comemos comida vietnamita cada cierto rato (la misma que repartimos) que consiste fundamentalmente en carnes (vaca, pollo, pato) preparados en salsas bien condimentadas y muchas veces agridulces, mucho camarón y cortes de atún, y todo esto servido de diferentes maneras con vegetales, noodles, arroz y quinoa, o en rollos hechos con papel de arroz, además venden estas cosas llamadas Dumplings (empanaditas cocidas, como las gyosas). Tomamos mucha agua, café (buen café) o batidos de hielo con piña o lychies (fruta veraniega considerada por muchos una de las más pero más exóticas, tiene un sabor agridulce pero aquí la tienen en latas con almíbar así que es muy dulce y con un sabor más suave) con menta y jugo de limón. La comida es bastante rica y está bien preparada. Pese a lo que muchos podrían pensar, por toda la abundancia de aliños, mi estomago se ha familiarizado bastante bien con esta dieta vietnamita y creo que hasta la ha recibido de muy buena forma de hecho, no he tenido acidez en 20 días (por ningún motivo lo voy a asociar a que he tomado poco y he fumado prácticamente nada porque la cajetilla aquí vale 15 dólares, precio casi inabordable) y entre el calor, el trabajo y el orden alimentario, ya he bajado entre 3 y 4 kilos... háganse esa.
Al finalizar el día, se limpia el boliche y cada uno se larga ya lo suficientemente cansado como para pensar en algo más que en llegar a tu dulce hogar. Generalmente me llevo una botella de agua y algo de comida para el regreso, ya que por gracia del sistema de trenes y buses tan puntuales que tiene Sydney (pero con lapsos de tiempo tan grandes en la frecuencia de paso entre uno y otro tren, o bus, que puede llegar a ser de media hora) me toma al rededor de una hora y media llegar a mis aposentos. (Yo no sé qué sería de mi en esos viajes sin mi actual copiloto, Bolaño- mentira, lo sé... me compraría un iphone inmediatamente con la plata que no tengo- y su "Los Sinsabores del Verdadero Policía". Gracias Roberto por tus libros, y por Chespirito)

Y eso día a día.

Sin embargo, esta rutina tiene colores y aromas nuevos, tiene personajes distintos y sin duda muchos personajes por conocer. Si hay algo interesante en el Sydney más alejadito de esas playas tan brasileras que ofrece esta Costa Este de la isla-país, son sin duda los abundantes parques y plazas que envuelven a la ciudad completa. No hay "un parque", no se va "al parque", porque maravillosamente los parques y las plazas son paso obligado en algún momento de la ruta de cualquier transeúnte que evite las autopistas (por supuesto, nosotros, no andamos en autopista); están en cualquier lado y aparecen de improviso detrás de cualquier esquina, frondosos bosquecitos, mezclas de arboles tropicaloides con Pinos de Óregon y mucho también de arboles centenarios instalados ahí como verdaderos monumentos, al estilo de esos increíbles Magnolios que están al frente del Arco Inglés por las calles del plan de Valparaíso. Todo eso acompañado de una fauna rarísima, unos pajarracos que hacen unos ruidos increíbles, algunos muy lindos, otros no tanto, y de unos animales que se suben a los árboles y que son algo así como un mapache, una mezcla de gato de cola muy gorda y larga con un mono de cabeza pequeña (si alguien está pensando en compararlo con alguna persona, hágalo, yo por ejemplo, pienso en el chiri).

Dicen los de acá, que este verano ha sido uno de los más llovidos y más fríos que ha tenido Sydney en muchos años, cosa buena para mi, que entre estar sumido en los esperados 43ºC. y estar en esta, viéndomelas con los apenas, pero no menos difíciles, 28ºC que habitualmente cobijan la ciudad desde la mañana hasta ya entrada la noche, prefiero sin duda lo segundo, aunque aún así el sudor y la humedad no paran durante todo el día (y gran parte de la noche). La lluvia ha sido abundante, excesiva incluso, pero ha mantenido templadito un verano que podría estar mucho más caluroso, y yo de eso prefiero pasar, así que bienvenida la lluvia ocasional, aunque sea manejando la motoneta por las calles empinadas de Bondi Beach.

Hoy me pagan mi primer sueldo. Y la Maca, por celu, me acaba de contar que encontró una peguita! Comienza el fin de los Hediondistas.

Malditos Hedonistas vuelven con tutti!        

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